miércoles, 12 de septiembre de 2012

VACIAR MUSEOS, VACIAR LA MEMORIA

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La copa de vino, de Jan Vermeer van Delft  (1632 -1675). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

Por Lara Sánchez
 
“Es el secreto mejor guardado de la ciudad” se rumorea entre el sector artístico berlinés al hablar de una de las colecciones más importantes de arte en el mundo: la Gemäldegalerie. Paradójica frase donde las haya porque, a pesar del chollo al que los amantes y profesionales del arte nos hemos acostumbrado, al contemplar boquiabiertos obras maestras europeas de los siglos XIII al XVIII, apenas entre decenas de visitantes, en un edificio de 72 salas y 7.000 m2, situado entre la Filarmónica de Berlín y la Nueva Galería Nacional de Mies van der Rohe, ¿puede ser una colección pública de tal envergadura “secreta”? ¿Cómo es posible semejante desajuste?

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El triunfo del Amor, de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

La cosa no queda ahí, porque la Gemäldegalerie sufre estos días un duro golpe. A pesar de que los Caravaggio, Rubens, Rafael, Brueghel, Boticcelli, de la Tour, Gainsborough, Cranach, Durero, Vermeer, o Velázquez han sobrevivido en silencio, nada más ni nada menos, a la degeneración del arte Nazi, a las bombas aliadas y al aislamiento tras el Muro de Berlín, hoy son objeto de una política de abandono, o al menos desprecio, bajo el corrosivo imperio de poder de nuestro tiempo: el dinero. Las autoridades al cargo de las colecciones estatales alemanas en Berlín anunciaron este verano el desalojo de las obras maestras de su edificio actual para dar cabida a una colección privada de arte moderno del billonario industrial Heiner Pietzsch, integrada por obras de Rothko, Magritte, Miró, Pollock y Dalí. De inmediato surge la segunda, y quizás más importante, de las cuestiones: ¿qué hubiera sido del arte moderno sin sus predecesores clásicos? ¿Puede la contemporaneidad ignorar los logros del Renacimiento italiano, del Barroco holandés y español o, por poner solo un ejemplo, olvidar la genialidad pre-surrealista de El Bosco?

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Juan de Patmos, de Hieronymus Bosch ‘El Bosco’ (1450 – 1516). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

El problema quizás viene de lejos. Y se resume en una postura negligente, ni siquiera justificable ante la supuesta falta de dinero del gobierno de la ciudad. Llama la atención en la actual disposición de la colección la ausencia de información en otros idiomas: todas las cartelas y descripciones (arbitrarias) se muestran exclusivamente en alemán. La audio-guía provista con la entrada solo cubre en diferentes idiomas una selección de obras de la muestra. Además, la colección carece de presupuesto publicitario (al menos eso parece) para darse a conocer entre residentes y turistas. De hecho, el año pasado se vivió una espectacular campaña de marketing y difusión para la exposición temporal El retrato del Renacimiento, en el Bode Museum. Carteles y anuncios en prensa inundaron Berlín en pleno agosto, y cientos de titulares anunciaron el “no quedan entradas”, convirtiéndola en todo un fenómeno de masas. Curiosamente, la exposición estaba integrada por una mayoría de cuadros procedentes de la Gemäldegalerie, apenas a tres kilómetros de distancia y en el mismo distrito céntrico.

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Retrato de una dama (Simonetta Vespucci) de Sandro Botticelli (1445- 1510). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

Por fortuna, y aunque la decisión de remover los 3,000 cuadros de la colección a un espacio menor en la Isla de los Museos ya está aprobada políticamente, no han faltado en el último mes críticas procedentes de expertos y colectivos del arte, a nivel nacional e incluso internacional. La Asociación de Restauradores Alemanes ha hecho pública una carta en la que subraya su preocupación ante el riesgo de dañar la colección en el traslado, y exige se de paso a los cuadros de Pietzsch solo tras encontrar un lugar adecuado para la colección clásica. De momento, según el plan, muchas de las pinturas de la Gemäldegalerie tendrían que ser escondidas unos años por falta de espacio en su futura ubicación (aunque aún nadie sabe cuáles serán almacenadas y cuáles no). La Asociación de Historiadores del Arte Alemanes también ha expresado en una misiva al Ministro de Cultura su “enérgica protesta” contra el proyecto.

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El emperador Carlos V, de Christoph Amberger. (1505 - 1561/62). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

Alrededor de 13.000 personas han firmado ya una petición popular puesta en marcha por el historiador del arte de la Universidad de Harvard, Jeffrey Hamburger, en la que se califica el traslado de “tragedia” y se demanda un plan detallado para la correcta exhibición de toda la colección. Entre los comentarios de los firmantes se lee: “vaciar la Gemäldegalerie es el equivalente a hacerlo en los Ufizzi o el Prado”. ¿Se imaginan?

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Adán y Eva en el Paraíso, de Lucas Cranach ‘El Viejo” (1472-1553). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

Ante la polémica, los responsables de la colección, la Fundación para la Conservación del Patrimonio Prusiano, han publicado en su página web una declaración explicando que el traslado obedece al deseo de dotar de una coherencia cronológica a las colecciones clásicas de la ciudad (situadas mayoritariamente en la Isla de los Museos). Aseguran no dejarán de exhibir las piezas más importantes y califican de excelente oportunidad el disponer de una nueva colección moderna enfrente de la ya existente en la Nueva Galería Nacional, dedicada al arte moderno alemán.

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Venus y el organista, de Tiziano (circa 1477-1576). Gemäldegalerie,SMB / Jörg P. Anders

Mientras tanto, el industrial protagonista de esta decisión, cuya fortuna deriva de la venta de sintéticos al por mayor, ha declarado recientemente al Frankfurter Allgemeine Zeitung sentirse “traicionado” por críticos e historiadores de arte y ha amenazado sutilmente con  dar marcha atrás a su donación: “Si la cosa se estropea, mis herederos al menos estarán muy contentos. Seguro que sacarán mucho dinero de mis cuadros”.

Fuente: El País

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