miércoles, 18 de agosto de 2010

EL MUSEO DEL CAMPESINO, ANTIGUO MUSEO DEL PARTIDO COMUNISTA RUMANO

Extraído de Un Vallekano en Rumanía
(
http://imbratisare.blogspot.com/)



En el número 3 de la Avenida Kiseleff, enfrente del edificio de arquitectura socialista del Gobierno, se encuentra el que fue Museo del Partido Comunista Rumano, hoy Museo del Campesino (Muzeu Taranului), un curioso lugar donde hoy se puede encontrar una interesante muestra de aperos, textiles, arte popular y herramientas varias de la cultura rural rumana.

Una vajilla con motivos comunistas

En 1990, el filósofo y entonces Ministro de Cultura, Andrei Pleşu, decidió reestablecer el uso original del museo (se creó en 1906 como Museo de Etnografia), que abrió sus puertas de nuevo en 1993. Sin embargo todavía sobreviven un par de salas dedicadas a la historia del comunismo rumano, que quizás sean las unicas muestras de los 44 años en los que Rumanía se organizó en un sistema que buscaba el bien colectivo, el Socialismo, en vez de el beneficio personal aunque sea a costa de pisotear al vecino, el capitalismo.


En estas salas se pueden encontrar algunas esculturas retiradas por los ideólogos de la dictadura del capital, algún cuadro sobreviviente de Iosif Stalin, o fotografías de los líderes del comunismo rumano, como Gheorghe Gheorghiu-Dej.


El edificio en el que actualmente se encuentra el Museo del Campesinado se convirtió en Museo de Lenin y Stalin tras la II Guerra Muncial, y tras el triunfo del revisionismo con la llegada de Jruchev al poder en la URSS, pasó a llamarse Museo de Marx, Engels y Lenin y, finalmente, simplemente se llamó Museo de Historia del Partido Comunista.


Tras el golpe de estado de diciembre de 1989 las primeras decisiones tomadas por los golpistas fueron las relacionadas con borrar la historia del comunismo rumano, para que las víctimas del sistema impuesto, el capitalismo, no tuvieran apenas referencia más allá de la manipulación mediática al servicio de la oligarquía.

Marx, Engels y Lenin

La visita a la pequeña sala del Museo del Campesino es imprescindible si se visita Bucarest. Se trata de los únicos restos supervivientes de la catástrofe de un pueblo que, como se está viendo actualmente, lleva ya más de 20 años condenado al desastre, mientras las minorías, los miembros de la clase dominante, viven a su costa como parásitos.

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